Aunque es cierto que en invierno estamos menos horas
expuestos al sol, las radiaciones solares UV B y UV A siguen estando
presentes. Y como bien sabemos, son los causantes no sólo de
las quemaduras, sino también del envejecimiento cutáneo, aparición de
manchas, e incluso cáncer. Y en primavera si cabe, la protección solar
es más importante si cabe, ya que la piel no está preparada, y los
índices de radiación ultravioleta que nos llegan se acercan a los del verano.
De ahí la importancia de utilizar protectores solares todo el año, y
no sólo mantenerlos en la bolsa de la playa.
Hoy en día tenemos
una amplia gama de protectores solares faciales, con distintas
características cosméticas, con color o sin él, para adaptarse y
cuidar cada tipo de piel. Ya no tenemos escusas para aparecer un lunes
con la cara como una gamba, por haber “disfutado” demasiado del sol en
una terracita el domingo….
Si eres de las personas que le gusta lo práctico, y no tienes mucho
tiempo para emplear en tu rutina de cuidado facial, las cremas con
color y alto factor de protección solar son ideales, pues además de la
protección solar, hidratan, unifican el tono y disimulan las
imperfecciones aportando un toque de color. Puedes elegir en distintas
texturas: más ligeras y de rápida absorción, para pieles mixtas, o
bien cremas más untuosas con activos antiarrugas para pieles normales
o secas.
Si utilizar el protector solar junto a tu crema hidratante, o
tratamiento antiedad, debes aplicarla en último lugar, después de
las cremas, y justo antes del maquillaje.
Los daños solares son acumulativos, por lo que la protección de los
niños es fundamental, y por desgracia, la gran olvidada en los meses
de invierno… Para los más pequeños, así como las personas con
piel especialmente reactiva, estaría recomendado un fluido facial
con alta protección a base de filtros minerales.
Y si se va a estar muchas horas expuesto, el formato en stick, con
colgador, es muy práctico para aplicar en las zonas especialmente
sensibles, como cicatrices, lunares, contorno de ojos, etc… o
simplemente para llevar a mano y poder aplicar frecuentemente en zonas
como nariz, pómulos, labios, o pabellones auriculares, por ejemplo en
un día por la montaña.