Con la llegada del calor, también viene la visita de esa fauna
característica y molesta del estío: los mosquitos. Si queremos
librarnos de ellos, y especialmente de sus picaduras, podemos tomar
diferentes medidas, aunque con distinta efectividad… ¿quieres conocer
cuáles son las que sí funcionan?
Lo primero que debemos saber es que el sudor, especialmente el
ácido láctico que contiene, el CO2 que exhalamos al respirar,
determinados tipos de sangre… son factores que atraen a los mosquitos,
más concretamente a “las mosquitas” en período de fecundación, ya que
son ellas las que nos pican para obtener las proteínas y hierro
necesarios para la maduración de sus huevos.
Las picaduras en la mayoría de los casos únicamente causan
molestias locales, con inflamación y picor, pero también pueden
producir trastornos alérgicos (en un 1 -2 %) en función de la
sensibilidad de la persona, y lo que es peor, pueden ser la vía de
transmisión de enfermedades como el paludismo, fiebre amarilla,
dengue, leishmaniosis, fiebre de Chikungunya y virus zika, entre
otros, en los países en los que son endémicos.
Para evitarlas, podemos recurrir a:
- Dispositivos electrónicos emisores de ultrasonidos: sus supuestos
efectos repelentes no han sido demostrados en ninguna investigación
- Citronela: realmente desprende un olor que desagrada a los
mosquitos, por lo cual los mantendrá alejados. Pero los elementos
impregnados en ella, deben ser un complemento, pues su actividad es
limitada a un pequeño radio de acción.
- Aceites esenciales y extractos vegetales, como el aceite de
eucalipto, de canela… De todos ellos, el Citriodiol (p-mentano-3,8
diol) al 30% es el más efectivo.
- Repelentes de insectos tópicos: son la mejor arma para prevenir
las picaduras.
Dentro de los distintos activos el IR3535
(Butilacetilaminopropionato de etilo) es nuestra elección. Lo puedes
encontrar a distintas concentraciones en función de la referencia:
Infantil, familiar o forte, ofreciendo protección frente a las
picaduras para toda la familia, y para cada situación. Es un repelente
que, además de no reaccionar ni degrada los plásticos, al contrario
que el DEET, presenta menor absorción cutánea, por tanto, menor
toxicidad e ni irritación dérmica, pudiendo emplearse en niños a
partir de 12 meses, en función de la concentración. Y es eficaz frente
a los principales vectores de enfermedades como mosquitos Aedes,
Anopheles, Culex, Ixodes (garrapata) o Flebotomos.