Esta semana se celebra el día mundial del cáncer de mama.
Este es el tumor maligno más frecuente entre las mujeres,
pero por suerte, y gracias a los diagnósticos precoces, y los avances
en tratamientos, hoy en día el 85 % de las mujeres vence esta lucha.
No es un camino fácil, y hay que estar preparadas para ello.
Cuando se piensa en los efectos secundarios de los tratamientos
oncológicos, nos viene a la mente la caída del cabello, ya que la
mayoría de los quimioterápicos provocan alopecia. Pero hay muchos
otras complicaciones que, o bien derivan de la propia enfermedad o de
sus tratamientos, a lo que se hay que enfrentarse.
La xerosis, o sequedad de la piel es uno de ellos. En ciertos
casos puede llegar a ser muy intensa, causando disconfort, pérdida de
brillo y elasticidad de la piel, descamación de las células
superficiales, e incluso picor, y heridas o fisuras ante el mínimo
roce. Se debe al desequilibrio en el contenido de agua cutáneo, y si
queremos evitarla o minimizarla, deberemos aportar hidratación a la
capa córnea, la capa más superficial de la piel.
Esto lo podemos conseguir con sustancias emolientes grasas que
retienen el agua de la piel, como el aceite de rosa
mosqueta, o lociones hidratantes, que debemos aplicar
inmediatamente después del baño. Además, el aceite de rosa mosqueta,
gracias a su gran poder regenerante y nutritivo, ayuda al proceso de
cicatrización mejorando la hidratación y aspecto las cicatrices
quirúrgicas. Por lo que es un imprescindible que no debería
faltarnos.
La higiene también es fundamental y no se
debe descuidar, pero siempre con duchas cortas de agua tibia, jabones
suaves de pH similar al de la piel. Y el secado se debe hacer de forma
delicada, con pequeños toques, sin frotar.
La piel es nuestra tarjeta de presentación, y su cuidado y
buen aspecto nos mejorará también nuestra autoestima y estado de ánimo.