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Cuidados de la piel en invierno

Muchas veces hemos leído sobre la importancia de cuidar nuestra piel especialmente en los meses de invierno, pero ¿es esto cierto? Realmente sí, y tiene su explicación. El frío, la sequedad ambiental, y los cambios bruscos de temperatura, hacen que nuestra piel sufra una serie de alteraciones, se deshidrate y se vuelva más sensible, áspera, pálida e incluso se agriete.


La primera causa es que el frío del invierno, hace que los vasos sanguíneos bajo la piel se contraigan para mantener el calor corporal, por lo que llega menos oxígeno y nutrientes a la superficie de la piel. Esto es más acentuado en pies, orejas, nariz y manos. Al tener un flujo sanguíneo menor, la epidermis, capa más superficial de la piel, también se renueva más lentamente. Debido a esto, también es más vulnerable a influencias externas como contaminantes, hongos o bacterias. 


Otra de las explicaciones la encontramos en la película de grasa natural que recubre nuestra piel, protegiéndola de las influencias externas. Este manto hidrolipídico está formado, entre otros, por la grasa que producen nuestras glándulas sebáceas. Su producción es la que determina que tengamos una piel seca, normal o grasa, y regula la pérdida de agua. Si la temperatura baja de los ocho grados centígrados, la producción de grasa disminuye, fluye y se extiende peor por nuestra piel, con lo que la película protectora natural de nuestra piel se vuelve más fina. En situaciones de frio extremo, incluso puede cesar la producción grasa.
Esto, junto con los ambientes secos, hace que nuestra epidermis retenga menos agua. Su concentración normal es del 15 %, pero si baja del 10 %, comenzaremos a sentir la piel áspera y seca. Si el grado de sequedad es menor, la piel reduce su flexibilidad, pudiendo llegar incluso a agrietarse.


Los labios, son particularmente sensibles al frío y viento, ya que no poseen glándulas sebáceas ni sudoríparas propias, además de tener una piel muy fina.


También hay que tener en cuenta que determinadas afecciones como la dermatitis atópica, la dermatitis seborreica y la caspa, empeoran con las bajas temperaturas y sequedad.


Por suerte, es sencillo paliar estas alteraciones. En casa, debemos procurar mantener una temperatura de entre 20 a 21ºC y una humedad entre el 40-70% para evitar la sequedad de la piel. En general, el uso de calefacciones hace que la humedad sea menor, por lo que se recomienda el uso de humidificadores.


Se debe evitar los cambios bruscos de temperatura; proteger nuestras manos, labios y orejas con el uso de gorros, guantes y bufandas; ducharnos con agua tibia y jabones neutros, y no más de diez minutos; y por supuesto, aplicar cremas hidratantes, después de cada ducha, pero especialmente en rostro y manos, que son las zonas más expuestas. Se recomiendan cremas hidratantes con agentes humectantes como el ácido hialurónico (capaz de retener hasta 1000 veces su peso en agua) y aceites naturales ya que ayudan a disminuir la sequedad de la piel y evitar la pérdida de agua natural.  Y para los labios, se recomiendan bálsamos o cacaos labiales que proporcionen una capa grasa protectora que ayude a hidratarlos, así como protegerlos de los rayos UV. En nuestra farmacia nos podrán recomendar los cosméticos más adecuados.


Pero igual de importante es cuidar nuestra piel desde el interior, con una dieta sana, ejercicio, y el descanso necesario.
Con estos cuidados, podremos disfrutar de una piel radiante, suave y flexible, también en invierno. 

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