¿Has sacado ya las sandalias del armario? Seguro que sí…. Y este es
el momento en el que más nos fijamos en nuestros pies, tan olvidados
(aunque no debería ser así) el resto del año.
A todos nos gusta lucir unos pies bonitos, pero para ello, debemos
darles los cuidados que se merecen, empezando por la hidratación… pero
que van más allá.
- Rozaduras: con el cambio de calzado, y al retirar
los calcetines o medias que nos protegen durante el invierno, nuestro
pie sufre un roce directo con el calzado, que si es continuo puede
llegar a causar incluso ampollas. Esta incómoda y dolorosa lesión
puede evitarse:
- Utilizando calcetines siempre que sea posible, especialmente si
vamos a caminar o correr. Que sean de un material que permita la
transpiración para evitar el exceso de humedad, sin costuras, etc…
- Llevar un calzado que se adapte a nuestro pie, y adecuado a cada
actividad que realicemos. Si estrenamos zapatos, y acomodando al pie
poco a poco.
- Mantener el pie hidratado, ya que la piel seca se rompe más
fácilmente. Y emplear Vaselina Antirozaduras, rica en aceites, ya
que además de evitar la fricción cuida la piel, en aquellas zonas de
mayor fricción.
- Sequedad y grietas: la piel del talón es especial,
mucho más gruesa, y pobre en sustancias grasas, por lo que es fácil
que se deshidrate, endurezca, e incluso desgarre y aparezcan grietas.
Para evitarlo, aplica cremas hidratantes y regenerantes específicas
para esta zona.
- Uñas: al igual que en las manos, las uñas dicen
mucho de nuestros pies. Para cuidarlas, comienza por una limpieza
profunda de las mismas, pero sin mantener los pies excesivo tiempo en
agua caliente, que terminaría resecándolos. Las uñas deben estar
correctamente cortadas, en forma redondeada evitando picos que puedan
clavarse con la presión de los dedos. Es aconsejable limarlas para
darles la forma deseada, e incluso, un toque de color para lucir pies bonitos...
Pero el cuidado de los pies no es sólo una cuestión estética, pues
de no hacerlo, puede acarrearnos lesiones, e incluso infecciones. Pero
esto es de especial importancia en el caso de las personas con
diabetes, pues tienen una disminución de la sensibilidad y mala
circulación en los pies, que puede derivar incluso en la formación de
úlceras graves.