Esto es algo que en verano hacemos muy frecuentemente, ya sea por el calor, por la práctica de deporte o los baños en la piscina o mar… pero, ¿qué le ocurre a nuestra piel si nos duchamos más de dos veces al día?
Pues en lugar de ser beneficioso, el ducharnos muy frecuentemente, puede conllevar una pérdida de la barrera protectora que recubre nuestra piel, haciéndonos más vulnerables a bacterias, hongos o virus.
Pero muchas veces, el problema no está tanto en el exceso de agua que puede conllevar, sino en el jabón. Nuestro manto hidrolipídico protector tiene un pH de 5,5, y para no alterarlo, los jabones que empleemos deberán tener el pH lo más próximo a este valor.
La ducha perfecta:
- Con agua preferentemente tibia, tirando a fresca. A temperaturas más altas, la piel se reseca, incluso pudiendo cuartearse.
- Elegir un jabón de pH 5,5 o próximo, y que incorpore elementos que regeneren o calmen la epidermis.
- No frotar en exceso la piel; basta con masajear suavemente con la mano o una esponja suave.
- En el caso de una segunda ducha, mejor sin jabón, o aplicarlo sólo en las zonas “problemáticas”: axilas, ingles, pies…
- Después de la ducha, secar también sin frotar, con pequeños toques, y aplicar una crema hidratante que ayude a restaurar el manto lipídico de la piel.
En caso de tener la piel extremadamente sensible o atópica, estas recomendaciones deben cuidarse mucho más. Pregunta a tu farmacéutico por el mejor productosde higiene para cuidar tu piel.