La respuesta a esta pregunta es muy sencilla, pues el mal olor, no se
debe al sudor, como muchas veces pensados, sino a la descomposición
de sudor, células muertas descamativas y ácidos grasos cutáneos por
parte de las bacterias de la piel. Estas generan compuestos orgánicos
volátiles, que son los que realmente apestan.
Pero entonces, ¿por qué a unas personas les huelen los pies a
otras no?
Por un lado, tiene que ver la cantidad de sudor que producimos, que
varía no sólo de persona a persona, sino de la etapa de la vida en
que estamos. Así, cuando sufrimos cambios hormonales, como en la
adolescencia, el embarazo, o la menopausia, nuestra sudoración se
incrementa. Lo mismo ocurre con el estrés, o la ansiedad, que provocan
que las glándulas sudoríparas se activen.
Pero además, en función de microflora bacteria de cada uno, se van a
producir unos olores u otros. Por ejemplo, la descomposición a ácido
Isovalérico por parte de Staphylococcus apedermis va a recordar un
olor similar al queso, mientras que la descomposición de aminiácidos
azufrados por parte de Brevibacterium spp. Recuerdan a huevo podrido.
En cualquier caso, si queremos evitarlos, es fundamental la higiene,
y alguna consideración:
-
Lavar los pies a diario; mejor manteniéndolos en
remojo que una ducha, y secándolos muy bien después.
-
Utilizar calcetines de algodón, no sintéticos, y
cambiarlos a diario, o cada vez que se humedezcan.
-
Utilizar calzado que permita transpirar al pie.
Cambiando de zapatos a diario, para permitir que se sequen completamente.
-
Andar descalzo siempre que puedas.
Si aún así te sigue preocupando este tema, consulta a tu
farmacéutico, quien te recomendará el producto más adecuado, ya sean
polvos antitranspirantes, secantes y refrescantes, o bien desodorantes
en spray.