La piel se deshidrata cuando su capa más externa, la epidermis, no
contiene suficiente agua. Entonces, pierde elasticidad, se vuelve más
áspera, e incluso puede llegar a picar y descamarse.
Parecería lógico pensar que si nos falta agua en la piel, beber nos
ayudaría a mejorar esta deshidratación, pero no hay estudios que
demuestren que ingerir agua vaya a modificar directamente la
hidratación y estado de la piel.
Estamos formados en un 60% de agua, y es cierto que debemos beber
unos 2 litros de agua al día, especialmente en verano, cuando tenemos
más pérdida de líquido por el incremento de sudor, ya que mantener un
balance hídrico adecuado es fundamental para nuestra salud. La
deshidratación puede dar lugar a dolor de cabeza, cansancio, mareos,
somnolencia, también boca seca, falta de elasticidad en la piel,
pesadez, y poco volumen de orina. Sin embargo, si nuestro estado de
hidratación es normal, y únicamente tenemos la piel deshidratada, lo
mejor es que, además de un consumo normal de agua, tomemos medidas como:
- Evitar baños prolongados, especialmente con agua caliente. Mejor
duchas, con agua tibia.
- Emplear jabones suaves, con pH respetuosos con la piel, como los
que encuentras en farmacia.
- Evitar los cosméticos que contengan alcohol, fragancias,
retinoides, o ácidos.
- Hidratar la piel inmediatamente después del baño, ducha o lavado
de manos, con cremas hidratantes, o aceites naturales como el aceite
de almendras dulces.
- Utilizar guantes siempre que se manejen productos de limpieza y
otros químicos.